Como prometí, he reducido la espera para el siguiente post notablemente. Hoy, 12 de octubre, día especial donde los haya para esta nuestra madre patria, me he levantado con ganas de tocar las narices un poquito. Igual no hago muchos amigos, o igual refuerzo amistades. Incluso alguno que no conociera este blog hasta ahora puede sentirse atraído por lo vertido por estos lares. Si soy plentamente honesto, me da exactamente igual. Así es como yo pienso y, al fin y al cabo, esto es un blog personal con entrada libre. El que no quiera volver a saber nada del "Malaguita en Oslo", está en su derecho.
Dicho esto, entremos en materia. Hoy es un día especial para la Hispanidad, con H mayúscula, que nadie lo olvide. Sí, hoy es el día de la Virgen del Pilar, también es el aniversario del 'Descubrimiento' de América y por supuesto es el Día de la Fiesta Nacional de España. En teoría, como persona nacida en territorio nacional, de ascendencia española y tras pasar mis primeros 24 años en este país, debería estar pasando por un trance exaltando pasionalmente mi sentimiento y orgullo patrio. Sin embargo, he dedicado el día a enseñarle a mi amigo Terry, que anda aquí de visita, el salto de esquí de Holmenkollen, me he comido una hamburguesa y en estos momentos que escribo me estoy 'echando' una Heineken. ¿Y por qué? Pues porque, sinceramente, no lo siento. No tengo ninguna necesidad de gritar a los cuatro vientos que soy español, de darle besos a una bandera, de decir que viva Rafa Nadal o, como diría el gran Juan Carlos Aragón, que viva Paquirrín y Agustina de Aragón. ¿Qué me lleva a no sentir yo nada de esto? Bueno, algunos motivos son más que evidentes. Difícilmente se puede sentir uno orgulloso de un país que es cuna de corruptos y ladrones, un país que me ha negado a mi y a tanta otra gente la oportunidad que merecían. Pero olvidemos por un rato a Bárcenas y a Urdangarín.
Miseria aparte, el "Día de la Fiesta Nacional" deja mucho que desear en mi querido país de origen. Y como yo no tengo otra referencia aparte de la española que la noruega, vamos a hablar un poquito de este día en Noruega. Si ahora mismo te plantas en el centro de Oslo y haces una encuesta a pie de calle con una sola pregunta, tan sencilla como: "¿Qué día y qué festividad es para ti la más grande?", me juego los dedos meñiques de manos y pies a que una inmensísima mayoría de los noruegos te responderán que es el "17 de mayo, Día de la Fiesta Nacional noruega". Sin embargo, esta misma encuesta en España difícilmente daría con un mísero voto para el 12 de octubre. ¿Por qué? Muy sencillo: el 17 de mayo es una fiesta para TODOS los noruegos, el 12 de octubre es una 'fiesta' para los de siempre.
El 17 de mayo comienza bien temprano por la mañana. A las 8-9 de la mañana están todos los hombres enchaquetados, todas las mujeres de punta en blanco, cuando no andan vistiendo el traje típico o Bunad, y ya reunidos en casas, con un copioso desayuno preparado, champán para brindar y cientos de bebidas. A las 11-12 de la mañana ya hay más de uno que no sabe ni donde está. Todo el mundo se echa a la calle, sí, a ver EL DESFILE. Pero nada de acorazados y cabras legionarias. Un desfile infantil, grupos de niños disfrutando de la gran festividad y la familia real saludando desde el balcón. Todo muy sano, y sobre todo muy participativo. Todos disfrutan del día. Terminado el desfile, la fiesta sigue por todos los pubs, clubs y garitos de la ciudad, o incluso en otras casas donde se organizan más fiestas y cenas para el disfrute generalizado. De esta manera, todos, incluso los que llevamos poco tiempo viviendo aquí, nos hacemos partícipes de tamaña fiesta. Este año 2013 fue el primero para nosotros y sin dudarlo nos enfundamos en nuestras mejores vestimentas, nos colgamos distintivos con los colores noruegos de la solapa y yo, como buen vikingo, a las 12 de la mañana ya no sabía ni donde tenía la cara. En mi defensa cabe aclarar que lo celebramos en casa de un compañero de trabajo mexicano con novia noruega y la interculturalidad te lleva a tirar de 'caballitos' ('chupitos' para los mexicanos) de tequila desde bien temprano, con las consecuencias evidentes asociadas. El resumen de nuestra experiencia fue que lo pasamos de lujo, nos pegamos una fiesta tremenda y nos ganamos una resaca de kilo y medio. Aquí os dejo una foto del desfile y otra de un inglés, dos mexicanos y un español disfrutando del Día Nacional de Noruega como mandan los cánones:
Tiremos de comparativa. El 12 de octubre en España tenemos un desfile militar con miles de soldados paseando por Madrid, con acorazados y cazas demostrando lo potente que es nuestro maravilloso ejército, y con una selecta presidencia formada la familia real, cada día más putrefacta y corrupta, y la más alta política para la que ya no encuentro palabras no malsonantes que dedicarle. Si a esto se le suma que los verdaderos dueños del orgullo patrio, los auténticos españoles, los golpepechistas por derecho, los que sienten ese híbrido de orgasmo y éxtasis supremo al ver la rojigualda, son siempre los mismos, de la misma rama política, hacen que muchos otros simplemente nos mantengamos al márgen. Pero no contentos con esto, resulta que esto nos cuesta a todos los españoles más de 800.000 €. Con lo que tenemos encima, tiramos el dinero de esta manera (ver noticia aquí), increíble. No sólo no participo del 12 de octubre, sino que no me identifico ni siento necesidad alguna de decir a bombo y platillo el "soy español y me siento súper orgulloso de serlo". Aquí una muestra de lo que en teoría debería despertar nuestro orgullo patrio:
Resumiendo: yo soy lo que soy, y me siento orgulloso de lo que me he ganado, por lo que he peleado. Me siento orgulloso de aquello con lo que me identifico, de la cultura de mi ciudad, de la gastronomía, del flamenco o de los carnavales. Me siento orgulloso de tener unos padres que lo han dado todo por criar y educar a dos hijos contra viento y marea y hacernos dos personas de provecho. Por todo esto sí entro yo en éxtasis si tú lo deseas, pero cuando a mi me apetezca y de la manera que yo quiera. Pero de una bandera, de un himno, de un ejército, una familia real puesta ahí por gracia divina y de un gobierno corrupto y sucio que no representa más que a la gente poderosa, de esa, perdonadme, pero no me siento ni me sentiré orgulloso en mi vida.
Así que, tirando de orgullo patrio, aquí os dejo un resumen de mi opinión hecha poesía y música a través del carnaval gaditano, a través de uno de sus mayores genios, don Juan Carlos Aragón Becerra:
Un saludo a todos y nos vemos pronto.