jueves, 11 de octubre de 2012

Primeros días (II)

¡Hola amigos!

Como prometí, aquí viene la segunda parte de nuestros primeros días. Después de una semana aquí, las cosas se han tranquilizado un poco y el ritmo de crecimiento de la pila de "cosas que contar en el blog" va disminuyendo progresivamente.

Cuando uno abandona un país como España, cuya gastronomía sigue siendo inigualable independientemente del estado lamentable del país, lo que más teme es tener que pasar el día comiendo 'porquerías'. Sin embargo, Oslo me ha sorprendido gratamente en este aspecto. Además del knekkebrød y los smørbrød que os presenté en el pasado post, ya he tenido la oportunidad de probar algunos productos típicos de aquí. Y cuando uno nombra Noruega, ¿qué alimento se le viene a la cabeza? Pues sí, el salmón (laks). Afortunadamente nuestra Mari nos cocinó un delicioso salmón al horno con salsa y patatas cocidas que fue un caprice de dieux de principio a fin.

Mesa completa con salmón noruego al horno, patatas y salsa.
Espectacular salmón fresco noruego al horno.
Y el domingo tuvimos la oportunidad de comer el plato típico noruego del otoño: fårikål, es decir, cordero con coles. En esta época es típico reunirse con familia o amigos y tomar esta especie de estofado y aderezarlo con un poco de cerveza (øl) y el fastuoso akevitt o aquavit, un licor de hierbas especialmente fuerte que tiene MUCHO PELIGRO.

Plato de fårikål con patata cocida, chupito de akevitt y cerveza.
El peligroso licor Akevitt. En este caso, una variedad especial para cuando comes fårikål.
Pueden comprobar que pudimos dar buena cuenta de él el domingo.
Bueno, y además de comer y beber como reyes... ¿hemos hecho algo más? Por supuesto que sí.

El segundo día cogimos por primera vez el metro (t-bane), que funciona a las mil maravillas y que es bien sencillo de entender. La red forma una estrella para llegar a todos los extremos de la ciudad, pero las líneas rodean los barrios más cercanos, de manera que puedes desplazarte entre ellos en tranvía, por ejemplo. Nuestra parada es Vollebekk, en la línea 5, que como todas líneas pasa por las tres paradas del centro (Oslo S o estación de tren, Stortinget o parlamento, y Nationaltheatret o teatro nacional). El centro de Oslo es apasionante y contrasta con el resto de la ciudad: tienes la oportunidad de ver una actividad frenética, muchísima gente desplazándose, autobuses y tranvías que van y vienen, y cientos o miles de tiendas (puedes encontrar un H&M en cada esquina). Además, hay algunos imponentes edificios como el del parlamento, el palacio real, la estación de tren o el famoso ayuntamiento de ladrillos coloraos (cuidado los gaditanos no se me pongan celosos) donde se hace entrega del Premio Nobel de la Paz (es el único premio Nobel que no se entrega en Suecia). De hecho, mañana anuncian oficialmente el ganador de este año. Y como culminación, el maravilloso puerto abierto a la ciudad, donde entre otras cosas puedes coger un ferry que te lleva de excursión por algunas islas de la zona (aún no hemos podido hacerlo, cuando lo hagamos tendréis noticias y fotos por aquí).

MJ con el parlamento (stortinget) al fondo en uno de nuestros paseos por el centro.
En nuestra primera vuelta por el centro de Oslo también tuvimos la oportunidad de tomar un exquisito smørbrød en el Hotel Bristol. Esta situación fue un tanto cómica ya que fue nuestra querida Mari, a la que seguimos a ciegas al no conocer nada de aquí, la que tuvo el antojo de tomar algo en este sitio. Cuando MJ y yo nos vimos en un salón que recordaba a la famosa escena de Leonardo Di Caprio entrando a la cena de primera clase en el Titanic, nos invadió un ataque de pánico. Fíjense hasta qué punto no exagero, que una camarera vino a decirnos que nos tenía que recoger el abrigo y llevarlo al guardarropa, porque es la costumbre y todo el mundo lo hace allí. Pero Mari insistió en que no era un sitio 'caro', que allí iba gente de todo tipo. Es cierto que los smørbrød (recordamos que consiste en una sola rebanada de pan sobre la que se pone de todo un poco) estaban exquisitos (el de Mari de roast-beef, el mío de gambas, y el de MJ de hamburguesa con cebolla caramelizada), pero también es cierto que los criterios de lo que es 'caro' o 'barato' aquí difieren de los de España. La broma costó, entre comida, bebidas y guardarropa (que te lo cobraban, por supuesto, a 20kr la prenda) sumó un total de unas 500kr (≈ 60€)... POR UN APERITIVO!! En fin, tendremos que acostumbrarnos a este ritmo de vida (con un trabajo estoy convencido de que será mucho más fácil adaptarse). Y a la salida, Mari nos llevó a la zona donde el desgraciado de Breivik reventó la bomba antes de irse a la isla a cargarse chavales. Aún la zona está en estado de restauración, con los edificios cubiertos por andamios. Según nos comentó Mari, reventaron las ventanas de edificios a 200m de donde explotó la bomba. Una pasada.

Pero como no todo es turismo, nuestra visita al centro tenía un objetivo claro: la oficina de inmigración o Foreign Office. Allí queríamos darnos de alta u oficializar que estábamos viviendo en Oslo, dando nuestra dirección, acudiendo allí con la persona que nos acoge, etc... Todo parecía fácil, sencillo y para toda la familia. Nos atendieron en tres mostradores donde la palabra más repetida fue 'nei' al que le acompañaba un acompasado giro de cabeza de lado a lado. Como diría mi padre: "ni hablar del peluquín". Aquí, hasta que no tengas un trabajo, y teniendo la suerte de ser ciudadano europeo, eres considerado TURISTA. Por tanto, no tienes derecho más que a darte una vueltecita, visitar lo que quieras y gastarte todo el dinero que desees. Ni número de identificación, ni línea telefónica, ni cuenta bancaria... NADA. Digamos que están endureciendo un poco la política de inmigración porque, y esto lo he podido corroborar con mis propios ojos, el número de inmigrantes es tremebundo. No hay un supermercado o una salida de colegio donde no haya varias familias cuyas mujeres lleven hiyab. Muchos hindúes, pakistaníes... eso es lo que nos comentan. Así que con el claro objetivo de algún día tener un trabajo y legalizar nuestra estancia aquí, nos marchamos de la oficina de inmigración "con el rabo entre las piernas". Al menos tuvimos la oportunidad de conocer a dos chicas españolas (una granaína y una alicantina), de beca Erasmus, que estaban también en el lío de papeleo, aunque su situación es distinta al ser oficialmente estudiantes.

Llegados a este punto, percibo que la pila se va vaciando lenta y pausadamente, pero aún hay cosas que contar. Esto se está extendiendo en exceso y mi verborrea os va a dejar (si no lo ha hecho ya) "jequito como una tagahnina" (que dirían en el dialecto genuino tarifeño de mi querida MJ). Así que antes de que los ronquidos lleguen a Oslo desde dondequiera que estén leyendo ustedes esto, les dejo y así tendrán la necesidad (o no) de estar esperando la tercera entrega de los primeros días de esta nuestra aventura noruega.

Saludos a todos y espero les haya gustado este último post.

3 comentarios:

  1. Conocer mujeres: Me gusta

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  2. Lo del papeleo es un poco como la pescadilla que se muerde la cola no? Sin papeles no hay curro. Y sin curro no hay papeles... Pasteleo.
    Tu cómo lo estas haciendo? Curriculum a espuertas?
    Un abrazo y mucha fuerza!

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  3. A cualquier cosa le llaman ladrillos coloraos ya... xD

    Un abrazo!!!

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